martes, 19 de abril de 2016

La anécdota del Tejón

Hace ya tres o cuatro veranos, nos disponíamos a hacer una espera a los jabalíes. Sé que no es la época más adecuada para hacer aguardos, pero en verano se tiene mucho tiempo libre y no hay nada como pasar ese tiempo en el campo. Total, que al llegar a la finca, situada en la provincia de Albacete, hicimos el típico taco con embutido, queso, pan y demás alimentos para coger fuerzas. Al terminar, nos preparamos, y a eso de las 8 u 8 y media salimos hacia el puesto. Hay que tener en cuenta que en verano anochece mucho más tarde y por eso nos pusimos a esa hora.

Íbamos mi padre y yo en un puesto, cercano a un bancal de almendros donde los jabalíes solían frecuentar mucho por las noches, aunque en verano es difícil saber donde van a entrar los animales... 

Pasaron las horas y no oímos nada, hasta que a eso de las 23:30 comenzamos a oír el chasqueo del romper de las almendras, típico signo de que los jabalíes andaban cerca. 

Así estuvieron una media hora. Los teníamos delante, pero no conseguíamos verlos, pese a que había luna llena. Se empezaba a hacer tarde y era casi la hora de recoger los bártulos e irnos. Sin embargo, con los jabalíes ahí delante no podíamos salir, por lo que decidimos echar un fogonazo con la linterna para ver dónde estaban. Yo tenía la linterna y la enchufé para ver dónde narices estaban los guarros. Sin embargo, al enchufarla nos encontramos con una grata sorpresa ¡UN TEJÓN!



La verdad es que por aquella época yo no era muy mayor y no sabía que por nuestros montes habitaban este tipo de animales. También me sorprendí de lo grande que era aquel bicho, pues casi tenía la medida de un pequeño jabalí.

Evidentemente, nos fuimos con las manos vacías, pero como dije antes, el caso era pasar un buen rato con los amigos en el monte, disfrutando de lo que mas nos gusta, y si la suerte nos brinda la oportunidad de ver un animal al cual nunca había visto en nuestros montes pues muchísimo mejor.

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